Carta Abierta a las Mujeres de Femen

Estimadas mujeres, pertenecientes a la organización Femen, yo, como mujer, latinoamericana, morena y heterosexual, me pregunto: ¿Vale la pena profanar símbolos sagrados para otras personas? Para nadie es un secreto que la iglesia católica, y muchas religiones han mantenido tradiciones patriarcales a lo largo de la historia, y aun, hoy en día, en pleno siglo XXI se siguen observando vestigios de semejante práctica.

Pero, ¿Qué se gana con meterse un crucifijo por el culo o con profanar un altar? ¿Creen que con eso van a destruir la iglesia católica, o acaso hacer que tenga menos fieles, o tal vez captar más adeptos a la causa feminista?, ante eso mi respuesta es NO. La iglesia católica seguirá existiendo así se metan 100 crucifijos al mismo tiempo por el trasero, así griten y golpeen obispos; por otro lado, quienes son fieles a su fe, no la cambiaran por ver a un grupo de mujeres con las tetas afuera; y por último, desde mi perspectiva feminista (porque lo soy), considero que esa clase de protestas sin sentido lo que causan es que el movimiento feminista pierda respeto alrededor del mundo, y que se reduce el concepto de feminismo a unas cuantas mujeres que odian todo lo que no sea feminista.

La lucha de las mujeres por sus derechos ha sido un proceso muy duro, que aun continua, nos ha tocado guerrearla para poder estudiar, votar, trabajar, tener relaciones sin que eso signifique tener hijos, ser dueñas de nuestra vida y de nuestro cuerpo, poder decir “yo tengo las mismas capacidades, físicas y mentales, que cualquier hombre”, “yo puedo  y quiero hacer con mi cuerpo lo que se me da la gana” y “yo soy dueña de mi vida”, son expresiones que no todas las mujeres del mundo pueden decir.

El cuerpo de la mujer ha sido utilizado en reiteradas ocasiones como un instrumento de guerra, cuántas mujeres no han sido violentadas y abusadas por su simple condición de ser mujer, y ustedes muestran su cuerpo pintado sin ningún motivo, sin ninguna causa y sin ningún aparente objetivo concreto (o concretizable).

La crítica no es hacia las mujeres que se desnudan para protestar, ya que uno de los grandes triunfos feministas es que las mujeres sean libres de obrar con su cuerpo como prefieran; un ejemplo de una marcha de este tipo, es la denominada “marcha de las putas” realizada hace un par de año, en la cual se buscó decir que no importa como este vestida una mujer, esto no lo hace un objeto sexual.

No sé cómo será la situación en sus países, pero en el mío, Colombia, la sociedad aún está inmersa en el machismo, el patriarcado impera en cada esquina, pese a que está legalmente reglamentado el voto a la mujer, los niveles de analfabetismo y pobreza de este importante sector de la población hace que su libertad para el ejercicio del voto se vea coartado por la corrupción (compra/venta del voto), cientos de mujeres son agredidas semanalmente por sus parejas, y las tasas de feminicidios son muy elevadas. La lucha por los derechos de las mujeres es necesaria, pero con argumentos.

Por otro lado, lo que más me preocupa de sus manifestaciones, es el irrespeto ante símbolos que son sagrados para muchas personas, no es el hecho de ser un crucifijo, igual de indignada me sentiría de haber sido un Corán, una Torá, una Media Luna o hasta un libro de hechicería Wicca. Ante todo se debe respetar las opiniones y creencias de los demás, o de lo contrario ¿Hacia dónde vamos? Si continuamos con la dinámica de tú me ofendes, yo te ofendo, seguiremos en el mismo círculo vicioso de odio y dolor, que se ha demostrado, no lleva a ningún lado.


Por último, quiero reiterar, que me considero feminista, que sé que las mujeres estamos en igualdad de condiciones que los hombres para desempeñar cualquier papel en la sociedad, que somos seres que estamos en este planeta no solo para “dar hijos” como en días recientes afirmó el presidente de Turquía. La lucha por la igualdad aun es compleja, y falta mucho por hacer, mientras que las mujeres no gocemos de independencia económica no podremos tener verdadera libertar para ser y actuar. Si queremos un cambio, este es el momento, pero la forma de lograrlo no es metiéndonos cruces por el culo, sino actuando de forma respetuosa con las creencias de los demás, y buscando siempre garantizarle los derechos de todas las personas. 

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