Carlos Pizarrro Leongómez y su discurso 25 años después.

Hace unos días, el país conmemoraba el aniversario número 25 de la entrega de armas del movimiento insurgente M-19, grupo revolucionario que nació luego de las elecciones presidenciales de 1970, la cual correspondía al último periodo del pacto bipartidista denominado como Frente Nacional, en donde quien iba ganando la mayoría de votos era el ex presidente Gustavo Rojas Pinilla (quien no hacia parte de ninguno de los partidos tradicionalistas) pero después de un apagón a nivel nacional, quien se alzó como ganador fue el conservador Misael Pastrana.

Pese a que el Frente Nacional fue un pacto que frenó con la violencia bipartidista en Colombia (Liberales vs. Conservadores) le cerró las puertas a cualquier otro pensamiento y/o ideología política ajena a ellos; fue en este contexto en el que nacieron las guerrillas en Colombia, fecha en donde a lo largo de América Latina las rebeliones de izquierda triunfaban contra las dictaduras, en el país se le cerraban las puertas y se les imposibilitaba su ascenso a cualquier puesto de elección popular (recordando que el presidente era quien elegía a los gobernadores). Sin tener ninguna posibilidad de salida política, grandes intelectuales, pensadores e idealistas decidieron alzarse en armas y buscar mediante estas el triunfo político y militar, tal es el caso del M-19 y de los demás grupos de izquierda en el país.

Es necesario hacer una breve mención del pasado histórico y político colombiano (no muy sencillo de entender), para poder hablar de la desmovilización del M-19; si bien, ellos realizaron una serie de actos violentos, hasta el punto de ser los artífices de la toma del Palacio de Justicia, el cual es considerado como un Holocausto debido, no solo a las vidas que se perdieron en el proceso de retoma, sino por el impacto que generó en el imaginario de los y las colombianas.

Después de muchos éxitos y fracasos militares, los miembros de este grupo insurgente se dieron cuenta que el camino armado no era la solución, que mediante este jamás podrían acceder al poder, ante esto, la decisión más lógica era entregar las armas e iniciar un proceso de acceso al poder mediante las herramientas legales y legitimas que se disponían en ese momento, con la constitución de 1886 como telón de fondo.

En el marco de los acercamientos propuestos por el entonces presidente Virgilio Barco, a mediados de los años 80’s, y después de varios años de diálogos, y con la promesa de la realización de una asamblea nacional constituyente, en 1990 el M-19 realiza la entrega de las armas, en retorno de esto, el gobierno les permitió el indulto a sus cabecillas para que estos pudiesen participar en política.

A unos días de esta entrega, el llamado “comandante papito”, Carlos Pizarro Leongómez se lanzó a la contienda electoral por la presidencia de la república por el partido Alianza Democrática M-19, grupo político que nació luego de la disolución del movimiento guerrillero. He aquí la parte importante para entender por qué la importancia de retomar los discursos de aquellos meses de marzo y abril de 1990.

Pizarro, como candidato a la presidencia, cautivó a la audiencia, no solo por su físico, sino por un discurso sencillo que le apostaba al cambio y a la paz, siendo esta la bandera de su campaña. Él, un hombre conocedor de la realidad del país, sus riquezas y pobrezas, era consiente que era posible alcanzar la paz. Su eslogan de campaña rezaba “Que la vida no sea asesinada en primavera”, entendiendo, que bajo las diversas guerras que han bañado de sangre las tierras de esta patria, el único resultado que se ha alcanzado ha sido miedos, odios, rencores y muerte; entendiendo él, que las armas no conllevan a ninguna parte, y que la muerte no puede traer vida.

En una de sus alocuciones para su candidatura presidencial afirmó que nuestra sociedad debe de tener “la capacidad de mirarnos distinto, de rehacer valores”, esto es, de cambiar cosmovisiones, aceptar diferencias, dejar de lado el pasado, y poder mirar hacia la misma dirección, unidos como colombianos y colombianos.

Pizarro entendió que una de las grandes problemáticas de Colombia es la falta de solidaridad y tolerancia, en donde cada persona piensa y actúa desde su perspectiva, dejando de lado a los demás, pensando como un solo país, uno unido, mas no igual, sino que aprende a respetar las diferencias.


Porque el provenir nos pertenece, con esta frase termina uno de sus discursos, tristemente, poco más de 45 días después de la entrega de armas, su vida fue asesinada en plena primavera, dejando a Colombia sin uno de los grandes artífices de la paz, un visionario, cuyo discurso debe de ser tenido en cuenta en estos momentos en que estamos en un momento de diálogos de paz con la guerrilla de las FARC, es una posibilidad de entender y comprender un discurso aún vigente, el cual le apostó a la paz como la mejor vía para llegar al poder y lograr transformar a un país dividido por la intolerancia y el irrespeto. Ojalá que su ejemplo sirva para que las presentes generaciones le apostemos a la paz y al fortalecimiento de la democracia, en donde la pluralidad y el debate primen, y en el cual no se siga asesinando la vida en plena primavera.

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